lunes, 2 de diciembre de 2013

Pensamientos
Los abuelos son faros que irradian luz, que te  impiden tropezar. Si los quieres oír, son la guía a través de la experiencia de lo ya vivido; tienen que contarte, que te hace buscar algo nuevo cada día.
Es el fluir de la vida, que se va iluminando hasta convertirse en una manera de vivir, te hablan de la dedicación que ha sido su guía y su razón de continuar en la lucha de cada día, siendo la directriz de su entorno, llevando tras de sí al grupo que conforma su familia.
Los abuelos cuentan sus historias, que a veces tienen visos de leyenda, de cómo fue su tiempo y su quehacer. Tan diferente al nuestro, que parecen fantasías, tan lejanas y difíciles de creer. Hablan de hacer el fuego, de hacer utensilios de la vida diaria, de alimentar a las aves que después van a ser su alimento. Algo que parece tan lejano, en algunas ocasiones, que pensamos ¡Pero cómo se le ocurren tantos cuentos al abuelo!
Cuando somos padres, pensamos que los hijos nos pertenecen, que van a ser nuestra imagen y semejanza, que podremos decir qué se hace y qué no se hace, pero en realidad, cada ser en este universo tiene su camino, sus ideales y su razón de continuar adelante.
El compañero que elegimos o que en suerte nos toco tener cerca en determinado momento, parece que forma parte de nosotros mismos.  Pero de pronto se va, se aparta, o simple y sencillo, ya no se tiene el pensamiento de que estar juntos es la mejor opción; entonces la separación es el alivio, el descanso o la renovación.
Pero para el abuelo, todos estos cambios ya no son tan importantes;  lo importante es la esencia, la profundidad del pensamiento, el recuerdo de lo vivido, y  al final solo importa la vida misma.
Porque cuando sea vieja, quiero que me traten con respeto, aunque ya no parezca tan productiva. Quiero que el recuerdo de lo hecho perdure en la memoria de los que me conocieron; quiero ser la sensación de paz que da un atardecer cuando la luz empieza a declinar; quiero, si es posible, al final estar rodeada de lo más importante, mis recuerdos y  mis hijos, antes de que la oscuridad llegue, o el gran rayo de luz me envuelva.

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