La buena poesía
nos descoloca, nos cambia el ritmo machacón de la costumbre apolillada y cuando
estamos a falta de ventanas nos abre gateras, una nueva perspectiva de ninguna
forma desdeñable para ver la vida a esa altura y de otra manera.
Solo me falta
que amigos y amigas (espléndidos y generosos como amigos y como fotógrafos) a
partir de ya, se dediquen a captar con sus cámaras gateras y más gateras por
todos los rincones de ese mundo gatuno.
Me comprometo a
cumplir y a pergeñar algunas pinceladas literarias y ponerle pie a sus fotos. Y
así pasaré de las ventanas a las gateras con idéntica pasión.
Para esta primera puede valer este pie de foto:
A falta de ventanas las gateras tienen similares
ventajas como es la de que entren otros aires distintos de la calle, además de mirar
a ras del suelo la realidad, es decir, el suelo, los bajos fondos, la miseria
de la gente, los humos bajos, los bajos sueldos, la calderilla, los sueños de
andar por casa y contemplar con piedad los pasos débiles de los más indefensos
y con ternura el ritmo saltarín del andar de los niños que se ríen de la vida y
todas sus cosas. Ah, ¿y quién dijo que de una gatera no se puede salir pisando
fuerte y queriéndose comer la vida entera? Contempla fijamente a ese gato y
admirarás el aire que lleva... a pesar de que salga por una gatera.
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