martes, 9 de agosto de 2011

Desde mi ventana: ...Camino de la vejez (Ángel de Castro)

… y eso que te sientes casi-casi como un chaval, para nada señor, aunque hayas recién cumplido los 72 tacos, que ya son años, percibes que comienza una pendiente de día en día más cuesta arriba, porque al levantarte cada mañana, los primeros minutos, están tan desencajados todos los huesos que tardas un tiempo, corto, menos mal, para ir encajándolos, y piensas que dentro de diez años, esa puesta a punto será más lenta y complicada…

… y llevas mal que no te vengan las palabras con la facilidad de siempre, y hasta te olvidas por un momento, cuando vas a comprar aguacate, coliflor o desensin-pasta de dientes y no digamos, cuando ves venir a lo lejos a un conocido o te encuentras con un viejo amigo y no te acuerdas de sus nombres y te llevan los demonios quedarte a la intemperie y en paréntesis y no te sirve de nada que algunos de tus amigos, mucho más jóvenes, digan que les pasa también y que de igual forma les lleven los demonios.

… y vas perdiendo fuelle, no solo al subir las escaleras, que siempre te gustaba subirlas de dos en dos porque no tenías paciencia de ir peldaño a peldaño, sino al ver cómo la sangre ya no se altera con aquella rapidez de siempre y alguno de tus miembros, de viril, ya tiene más bien poco y le cuesta enderezarse, ay, no poco tiempo, y cuesta aceptarlo y tienes que comenzar a pensar que el sexo también es ternura, está en la piel que rodea a todo el cuerpo, que es el cerebro el órgano sexual, también, por excelencia, que el amor es mucho más que pasión y calentura y que hacer el amor va mucho más allá que un orgasmo múltiple y variado…

… y comienzas a pensar, una y mil veces, que te irás definitivamente, ley de vida, y las cosas, menos mal, seguirán ahí, sin ti, y los seres queridos, familia y amigos continuarán su vida y te consuela que en algún momento te recordarán con cariño y cierta nostalgia, pero tú ya no estarás entre ellos, ley de vida, te dicen, pero joder cómo duele…

… y vas perdiendo vista, oído, tacto y dientes, ay, más de la mitad ya no son tuyos sino postizos o implantados y cada día aparece una arruga más en tu atlas de valles y montañas, y a pesar de que te aprendieras de memoria la frase de Ramón y Cajal, que dice que deben importar más las arrugas del cerebro que las de la cara, no te hacen gracia tantas cicatrices por dentro y por fuera…

… pero menos mal que, a pesar de todos los pesares, sacas de la debilidad y achaques virtud y fuerza, y no dejas de ser un jubilado impaciente y en activo, con algunos olvidos y despistes, pero constatas eufórico que la cabeza está mejor amueblada que hace diez, veinte y cuarenta años, te sientes bien en general y con ganas de sacarle más jugo a la vida y orgulloso de que puedes ganar batallas de lucidez, solidaridad y amistad, continuar dando guerra de la buena y encontrarte con momentos más densos, plenos y felices que en otros tiempos de vino y rosas… porque ¿quién dijo que estos no pueden ser también de vino y rosas por estar ya en la senda de la vejez?

Ángel de Castro

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