martes, 10 de mayo de 2011

Desde mi ventana: No te detengas (Ángel de Castro)


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco...,

no permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

Walt Whitman




No, no te detengas,
te lo diré con el grito del gran padre del verso libre:

no dejes que termine el día sin haber crecido un poco
y que, cuando te levantes, te pongas con la rapidez del rayo
a la urgente tarea de transformar el mundo de tus adentros,
primero,
y el mundo de tus alrededores,
después.

No, no te detengas,
porque la vida se te escapa de entre los dedos
como el agua de entre tus manos
y urge detener la sangría de tanto llanto innecesario
o dar cauce al grito de libertad,
que nunca es bastante en países de aquí y de allá
o en territorios más cercanos donde el dolor
y el olor a sangre y chamusquina
adormecen a las masas,
semana tras semana, de violencia y odio almacenado
en nuestras casas de mil amores
y nuestras calles de diez mil colores.

No, no te detengas.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco…
… Y crecer es aumentar la talla de la mente,
y hacer que la sangre sea más cálida y el corazón
no deje de palpitar a ritmo acelerado
cuando los otros, incluidos los animales, sufren
y se retuercen entre el llanto y el desgarro.

No te detengas porque la conquista de tu interior
y el mundo de tus alrededores,
repito,
te está esperando.

Puedes llegar a las más altas cumbres,
puedes estirar la piel de tu alma, para hacerla más bella,
¿qué importan las arrugas de la cara,
si la arruga puede ser bella
y sobre todas las cosas, entrañable?

Puedes lograr que en tu vida,
haya muchos más momentos de esplendor y alforjas llenas.
Pero no, no te detengas,
ni dejes que termine el día sin haber crecido un poco.

No, no te detengas…

más aún, debo añadir con el poeta:
no permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas,
no permitas que tu vida decaiga en vibraciones,
sal a la plaza,
échate a la calle,
sal a la vida y pon en la receta del día a día

un poquito más de sal y de pimienta,
mucha más dosis de pasión acelerada
y una carga apretada de entusiasmo
en cada latido.

Cada tarde, tus tardes,
pueden llevar la hermosura de las mejores puestas de sol
a poco que le pongas en el aire de tus aires una caricia adolescente
y un abrazo amigo a tus amigos los humanos,
una risa contagiosa o un trozo de pan compartido y mermelada
con quien no tiene ni pan ni mermelada en la cocina.

No, no te lo puedo decir más claro,
más alto
y más directo:
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco…,
no permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

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