lunes, 18 de abril de 2011

Desde mi ventana: Alimentar la mente -II- (Ángel de Castro)


La segunda hace referencia a la glotonería, que provoca, según el autor, debilitamiento de la capacidad digestiva. Si el Sr. Carrol viviera hoy estaría asustado de las montañas de información que reciben nuestros cerebros diariamente, de forma que no hay estómago que pueda aguantar, y no aguantamos, porque se ve excesivo aturdimiento aun en las mentes más preclaras. Todos estamos sorprendidos de lo que la mayoría de los tertulianos saben, dominándolo todo y pontificando sobre todos los temas del mundo mundial, hasta quitarse la palabra de la boca unos a otros… y sabiendo tanto los expertos, ni se enteraron de que se acercaba una crisis mundial terrorífica, así como no olieron ni de lejos las revoluciones últimas de los países árabes.

La tercera dice Lewis Carroll que, después de haber utilizado una comida saludable y en su cantidad adecuada, no deberíamos consumir demasiados tipos diferentes de comida a la vez y pone el ejemplo de la bebida: cerveza, sidra, helado, café, chocolate, leche, agua, coñac, leche batida… Teme el autor tanto batiburrillo, pero con cierto orden yo te diría que te acerques a la poesía, al ensayo, a la biografía, a la historia, y naturalmente a la novela, pero no solo a la novela y menos a los best sellers únicamente. Mi padre se leyó todas las novelas del Oeste, de Marcial Lafuente Estefanía en especial, se perdió el resto y estoy seguro de que hubiera disfrutado más abriendo el abanico.

La cuarta y última hace referencia a los intervalos, tan necesarios para la mente como para el cuerpo. Ya nos advertía el gran poeta portugués Pessoa de que cuando salgamos a pasear por el campo dejemos la mente en blanco, si somos capaces, claro, para que actúen los sentidos a pleno rendimiento y dejar que el paisaje entre en ellos. Yo aconsejo a leer con bolígrafo en mano para subrayar y muy de vez en cuando levantar la mirada del libro, respirar y dejar que lo leído repose, de lo contrario es fácil que la lectura se convierta en pasar de largo por los escritos sin dejar que penetren y calen. Y no es lo mismo leer para crear que leer para consumir. Esto es lo que viene a decir el autor de Alicia en el país de las maravillas: “Así como se mastica la comida, el proceso mental que esto conlleva como efecto es simplemente el de comenzar a pensar sobre lo que leemos. Es éste un ejercicio mucho mayor para la mente que la mera recepción pasiva de los contenidos. Una hora de pensamiento continuo sobre un tema es mejor que dos o tres horas de mera lectura”.

Finaliza la conferencia aconsejando “leer, anotar, aprender y asimilar”, que son los verbos de una buena alimentación de la mente. Pues eso.

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