martes, 13 de enero de 2015

La felicidad empieza a los 50la felicidad comienza a los 50
O al menos eso dice este interesantísimo artículo publicado por Pilar Jericó en el cual afirma, gracias a un estudio llevado a cabo por Arthur A. Stone de la Universidad de Nueva Yorkque es a partir de los 85 años cuando las personas entrevistadas mostraron una plenitud y satisfacción consigo mismas que superaba con diferencia la de los 18 años cuando cuando realmente podemos encontrarnos y enfrentarnos a un estado en el que podamos realmente disfrutar de lo que queremos en ese momento.  No es necesario ser joven para sentirse bien con uno mismo, de hecho es casi contrario.
Los estereotipos asociados a la soledad y tristeza que van asociadas al cumplir años, sobre todo a partir de los 65, quedan desmontados por estos estudios que vienen a confirmar que la felicidad realmente comienza a partir de los 50, es decir, todo lo contrario.  Laura Castersen del Centro de Longevidad de Stanford hizo un estudio con un grupo de 184 personas que iban desde los 18 a los 94 años durante 10 años y vino a demostrar que, de manera precisa, las personas entrevistadas en ese periodo de tiempo, a medida que envejecían, hablaban de experiencias y sentimientos más positivos, al contrario de lo que se pueda esperar.  Y es que el cumplir años con una actitud positiva hizo que la longevidad de esas personas fuera mayor que las de otras con unos sentimientos más pesimistas.
En el momento en el que nos vemos liberados de algunas ataduras obligadas como puede ser el trabajo o las deudas, o incluso los hijos en algunos de los casos, es cuando realmente nos encontramos en una situación en la que de verdad podemos empezar a disfrutar de aquello que nos gusta sin miedo, ni culpa ni consecuencias más allá de las que nos repercuten a nosotros mismos.  El hecho de ser conscientes de que nos queda menos tiempo nos hace que disfrutemos más de lo que nos queda, que nos centremos en facilitar y no complicar, en colaborar y en amar, y olvidemos o al menos dejemos pasar los conflictos a un segundo plano.  La edad nos convierte en sabios, y sin duda esta es la prueba.

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