viernes, 2 de marzo de 2012

Llegué hasta el final: Un emigrante extremeño en Valladolid

Que el tiempo se acaba, eso está más claro que el agua; quiero decir que a mí me llegó el día de no tener que estar pendiente de levantarme a las siete de la mañana y tener que esperar al sábado y al domingo, que tanto tardan en llegar y que cuando llegan no tienes tiempo de hacer tantas cosas como tu quisieras y que la mayoría de las veces haces todo lo contrario a lo que tenias pensado.

No quisiera extenderme mucho pero si diré lo que siento en estos momentos y echar la vista atrás para recordar los momentos más importantes de mi vida laboral.

Empecé a trabajar siendo un niño de sólo 11 años, mi mayor ilusión era ponerme un pantalón de trabajo de color azul y ser mecánico para reparar coches, cuando casi no se veían por las calles. Quizá por eso yo quería ser mecánico. Pues no señor: no fui mecánico. Sí que me puse un pantalón azul de trabajo pero para ser “Aperador” o sea, constructor de carros y aperos de labranza, carros de madera, arados y toda clase de utensilios para la agricultura. Recuerdo perfectamente lo que hice el primer día de mi debut: pusieron en mis manos un martillo y un cortafrío para desarmar un carro de dos varas, quitarle el herraje para hacer uno nuevo aprovechando todo el herraje del carro viejo. Qué paradoja de la vida, yo empezaba mi vida laboral y el carro terminaba la suya.

Así estuve trabajando hasta la edad de 33 años. Con esta edad, con tres hijos y con el sueldo que ganaba era imposible poder despegar. Solo teníamos para comer justamente haciendo muchos números. ¿Qué podíamos hacer? Buscarnos la vida por otra parte, y así nos pusimos en marcha. Un compañero de trabajo se marchó antes que yo y encontró trabajo en Valladolid. Se acababa de abrir la fábrica de coches, Renault, y las pequeñas y medianas empresas se quedaron muchas sin personal.

Llegamos a esta ciudad toda la familia en verano de 1.974. Qué experiencia para nosotros fue bañarnos en esa bañera que nosotros utilizábamos por primera vez en nuestra vida. Y no es porque la bañera fuera nueva no, es que nosotros no habíamos tenido nunca la oportunidad de tener una bañera. Era un lujo que no conocíamos. La experiencia para mi no fue muy buena que digamos, resbalé y me hice una fisura en una costilla. Esto solo quedó para mí, al día siguiente era mi debut en el trabajo y a las siete y media de la mañana había que fichar. Era mi primer día y no era cuestión de coger la baja, esa es mi manera de pensar. Lo pasé muy mal pero en la empresa nadie se enteró.

El comienzo en esta ciudad de Valladolid, no fue fácil. En todas partes hay gente buena y gente mala y nosotros éramos una familia de extremeños con ganas de tirar para adelante. Primero, ganarnos la confianza de la gente. Segundo, labrarnos un futuro para que nuestros hijos tuviesen un futuro mejor en nuestra tierra. La única salida que teníamos era salir a buscar el futuro a otra parte.

Han pasado 39 años. En todo este tiempo han pasado muchas cosas, no solo en lo laboral sino en lo personal. Lo malo, la muerte de nuestro querido hijo Galo José, que nos quedó rotos de dolor a todos. ¡Qué 22 años de vida! ¡Qué frenazo en el tiempo! Dios mío… ¿Cómo digerir tanto dolor? Sólo teníamos una opción: sujetar el corazón y tirar para adelante. Ahí estaban sus hermanos y a ellos nos agarramos y todos juntos a tirar para adelante, a subir la cuesta que se nos ponía bastante dura de superar.

Lo bueno, muchas cosas. Superando en parte lo malo, lo bueno tiene mucho valor. El arraigo de mis hijos en Valladolid, donde se han casado, con personas de aquí, y la posterior llegada de nuestros nietos, 4 nietos que colman nuestras ilusiones.

Estamos en 2.O12. Me jubilé en el año 2.OO4 el 7 de Noviembre, este mismo día, cumplí con mi vida laboral, justo los 65 años. Llegué hasta el final y era mi mayor ilusión. El trabajo lo he considerado, como una competición en la que no importa ser el primero o el último, lo importante es llegar. Y ahora esto es otra cosa, ahora hay que vivir para disfrutar, de todo lo conseguido. Hay que seguir manteniéndose en buena forma física, no se puede uno quedar quieto sin hacer nada. Ha llegado el momento de hacer todo lo que he ido dejando para cuando llegara este momento.

La primera dificultad que hay que superar, la convivencia en casa las 24 horas. No es fácil, hay que empezar de cero y por mucho que nos lo imaginemos, la realidad nos pone en nuestro sitio. Todo se puede superar con buena voluntad, cariño y amor a la persona que un día decidió unirse a ti para lo bueno y lo malo. Muchas veces lo mas insignificante, una palabra mal entendida es lo más malo y lo real mente malo es lo que más une. Cuantas discusiones por tonterías... Que malos ratos pasamos. Y es que esto es la sal de la vida, para que no sea todo tan monótono. Yo así lo quiero pensar, porque si todo fuera bonito y no se discutiera…, que vida más aburrida. Eso es lo que me parece a mí.

Joaquín Hormigo Carrillo
Villanueva de Duero

3 comentarios:

Pocholo dijo...

Querido Joaquín:
Tu historia, como la de tantos de nosotros,contada de forma sencilla, me resulta muy cercana,la lucha por sacar a nuestros hijos adelante, fué lo prioritario,aunque en el camino hayamos dejado, jirones de nuestra vida.
No te conozco,pero te daré un abrazo el día que te vea.

Anónimo dijo...

Gracias Joaquín por contarnos tu experiencia.
Gracias por transmitir día a día en el grupo fortaleza, confianza y ganas de vivir y de compartir. Todos te animamos a seguir escribiendo.

Un beso
sol

Federación Provincial de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas de Valladolid. dijo...

El ejemplo de Joaquín y de las personas que colaboran de una forma más o menos constante con este Blog, hace más grande este medio y lo hace acaso más necesario. Gracias a Joaquín por su sencillez, transparencia, y por compartir con nosotros sus historias vitales. Y por supuesto, este espacio está abierto a recibir más colaboraciones.

Un saludo a todos