lunes, 23 de enero de 2012

Desde mi ventana: Los mitos de la jubilación (Ángel de Castro)

Volver, volver… como en el viejo tango. Después de escribir más de cinco libros sobre la jubilación y las personas mayores, debería haber dicho todo, y claro que no, por eso no renuncio a seguir mareando la perdiz, hasta que caiga, aireando las neuronas, dando nueva forma a viejas ideas o colocando nuevas ideas en viejos esquemas, a riesgo de que me repita.

Me apetece de nuevo prestar atención a los mitos más frecuentes y perjudiciales sobre la jubilación y señalar algunas pautas elementales a seguir:

Todos conocemos a gente que está en contra de cualquier tipo de preparación, porque la vida ya se encargará de ello: primer mito, primer engaño manifiesto, porque nada se nos da de forma gratuita y nada nace por generación espontánea. Las cosas importantes de la vida, y ésta es una de ellas, cuanto mejor se prepare más posibilidades hay de éxito.

Hay quienes comienzan la jubilación como una preciosa luna de miel y no saben que toda luna de miel dura un tiempo, tras la cual viene la dura realidad que puede tener poco de luna y nada de miel. Segundo mito que habrá que saber colocarlo en su sitio. Digo con frecuencia que la jubilación conlleva muchas ganancias, disfrutar de ellas y sacarle el máximo partido es lo obligado y lo inteligente, pero es tiempo de pérdidas a las que hay que enfrentarse con sabiduría y dedicación para hacer que la jubilación sea una etapa lo más digna y exitosa posible.

Nada más sencillo como la jubilación. Sólo consiste en no tener que trabajar, no tener que fichar. Viva la libertad y viva el no tener que hacer nada, por lo tanto. Pues visto así no deja de ser otro mito. La jubilación, como el vivir, no tiene nada de sencillo, si de sacarle el máximo partido a la vida se trata. Lo más fácil es dejarse llevar por la pendiente abajo, pero se trata también de seguir ascendiendo, creciendo, madurando, aprendiendo, comprometiéndose para mejorar la vida y sus alrededores.

La jubilación es el tiempo de los viajes, el tiempo de las permanentes vacaciones. Otro mito engañoso. Ni es el tiempo de los viajes, ni es el tiempo de las vacaciones. La jubilación es afortunadamente muchas más cosas. Lo que va a dar mayor riqueza, densidad y satisfacción. Es tiempo de viajar, pues claro. Y tiempo de no perder el tiempo, pues también. Y tiempo de ayudar y compartir y llevar oxígeno al cerebro haciendo que no esté pasivo, sino lo más activo posible, con todo tipo de actividades mentales, como leer, escribir, pensar, charlar, etc. etc. Las arrugas más preocupantes son las del cerebro, lo decía el sabio Ramón y Cajal. Y tiempo de solidaridad y voluntariado. Porque es tiempo de prestar, regalar parte del tiempo, acompañando, transmitiendo lo que se sabe, escuchando a quien ya nadie escucha y seguir aprendiendo a dar y a recibir.

Tiempo de convivir en pareja, pues claro, pero ojo, porque también hay que aprender de nuevo a convivir, cuando nunca se ha convivido de esta forma y tanto. Lo primero y principal: no atosigar ni asfixiar, que corra el aire entre la pareja, respetando los tiempos, aficiones y espacios de cada cual. Ni siendo un estorbo para el otro. Ya saben lo que dicen algunas mujeres de sus maridos jubilados: que son un armario en medio del pasillo. Y eso es triste, penoso y un agobio para la mujer. Pues eso, lo primero no estorbar. Lo segundo, buscarse urgentemente hobbies, algunos conjuntamente, y otros por separado. Y tercero respetar que el otro o la otra, fundamentalmente la mujer, necesita tener una habitación propia, como quería Virginia Woolf, para hacer de su capa un sayo si así lo desea, sin tener que pedir permiso a nadie, porque esto es hermoso, libre, saludable y de personas adultas.

Ya lo sabes: Ni luna de miel, ni el tiempo de la queja, ni el momento de no hacer nada, sino una etapa más que hay que preparar, trabajarla y vivirla con ilusión y buena dosis de pasión. Ello es posible y está en nuestras manos.

Ángel de Castro

No hay comentarios: