
Ahora bien, esto es media verdad, porque existe otra gran verdad: Somos nuestro pasado. ¿Qué seríamos sin él? Somos lo que recordamos, aunque se trate de momentos pasados.
Solo tenemos el presente y por eso se nos invita felizmente a vivir el ahora, carpe diem, una expresión que tiene un contenido hermoso y motivador: "aprovecha el día, aprovecha el momento, no lo malgastes”. “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". "Vive cada momento de tu vida como si fuese el último de tu existencia". “Disfruta de los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto”. "Vive el momento porque la vida es breve". Son los momentos vividos.

Por eso vivir es recordar y agradecer todo cuanto nos ha dado la vida y a quienes han hecho posible que seamos como somos y apoyado nuestra aventura personal. Los enfermos de Alzheimer no recuerdan y por eso están anclados en el presente como dice Andrea Gillies en su extraordinario libro “Las amapolas del olvido”.
Es disfrutar y gozar a raudales de la vida, sembrar y dejar huella, comprometerse en alguna causa digna de tal nombre y asombrarse ante el espectáculo de la vida y saber afrontar los reveses y los traumas, los dolores y los quebrantos, las fatigas y los enfrentamientos que a cada paso salen en todas las relaciones humanas.
Y vivir es pensar que “somos el tiempo que nos queda” que decía el poeta. Es levantar el vuelo a otros posibles cielos, mundos, territorios incógnitos, sueños nuevos que nos hagan levantar la vista sobre las bardas de nuestro territorio provinciano.
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