lunes, 4 de abril de 2011

Desde mi ventana: Alimentar la mente (I)

Me han regalado un librito precioso, y digo librito porque es chiquitito, pero insisto que precioso, su autor es Lewis Carroll, el genial autor de Alicia en el país de las maravillas. El librito en cuestión se titula Alimentar la mente, que consta de seis breves escritos, el primero de los cuales es el que da nombre al libro y se trata de una conferencia que dictó sobra las bondades de la lectura en clave de humor.


Y es de lo que quiero hablar, del libro y de hacia dónde me ha llevado: Comienza el autor relatando las múltiples comidas que hacemos a lo largo del día y los múltiples cuidados que tenemos con el cuerpo a diferencia de la mente siendo ésta de mayor importancia y necesitada de mayores cuidados. Si ella falla vamos de cráneo y pendiente abajo.


Y dirigiéndose al público le hace algunas preguntas directas sobre lo que ha estado haciendo últimamente con la mente, para pasar enseguida a ofrecer algunas reglas: La primera dice que deberíamos preocuparnos de suministrar a la mente su propio tipo de alimento, y así como rechazamos rápidamente aquellos que pueden lesionar nuestros estómagos deberíamos estar más alerta para convencernos de lo indigestos que son algunos textos literarios.


Hace unos días hacía referencia al consejo que di en una charla sobra qué emisoras frecuentar, sin citarlas lógicamente, pero alertando de las que insultan, tratan de imbéciles a sus oyentes, para nada adultos, arremeten con malas artes para degollar al adversario sin el menor de los pudores y respetos… pues lo mismo de los escritos: los hay que abiertamente dañan el estómago, porque dan náuseas, lesionan el cerebro porque no usan argumentos, cornetas del apocalipsis, sino la visceralidad más primaria junto a reacciones xenófobas, machistas y cavernícolas.


Y los hay, literariamente perfectos, que se dirigen a lo mejor de cada cual, hacen pensar, respetan al adversario y a quien piensa de forma diferente, dan argumentos y razones de peso y no dedican ni una sola línea al insulto y a despellejar al vecino de enfrente.


En nuestras manos está el llevar un sano alimento a nuestro cerebro. Y para lograr una buena digestión y un buen sedimento de las ideas, por hoy vale.


Continuará...

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