jueves, 10 de marzo de 2011

Desde mi ventana: Habilidades Sociales (VII) - Agradecer y sonreir - (Ángel de Castro)


Agradecer y sonreír

Nos va en ello la buena armonía y la salud. Agradecer a la vida que nos ha dado tanto…, pero como las palabras grandilocuentes, como la vida, la patria, el amor, la libertad… son con facilidad prostituidas, será mejor bajar de las alturas y dar las gracias al vecino de enfrente, al que nos sirve el café, nos despacha en la tienda, pasando por la madre, el hijo, la mujer, el marido y los amigos por el más mínimo de los muchos detalles que en el día a día se dan, nos dan.

Gracias: es una de las demostraciones mayores de la grandeza de alma, manifestación de reconocimiento y valoración de las acciones de quienes pasan a nuestro lado y paradigma de quien va por la vida sembrando sonrisas (no es posible dar las gracias sin al menos media sonrisa o una simple mueca de sonrisa);

gracias: es lo mínimo que se puede esperar después de un detalle, un favor, un obsequio y demuestra finura, sensibilidad y civismo, virtudes siempre necesarias en un mundo tantas veces frío, apático y egoísta. ¡Qué menos que dar las gracias!

Y sonreír, porque se esponjan los pulmones, el cerebro y el corazón y sin querer queriendo hacemos saltar la chispa de la sonrisa como en el choque y juego de reflejos que se da en los espejos.

Existe una teoría sobre los espejos neuronales, según la cual este tipo de neuronas espejos tienen la función de reproducir las acciones que observamos en los demás y en imitarlos. Siempre lo hemos intuido y siempre se ha dicho, los ejemplos arrastran y mueven montañas. Y es en estas neuronas, según este autor, donde se asienta el mecanismo cerebral que explica el viejo dicho: “Cuando sonríes, el mundo entero sonríe contigo”, o como dice cierto proverbio tibetano: “La mitad de tu sonrisa es para ti y la otra mitad para el mundo”.

Nada como una sonrisa para romper el hielo, alejar la agresividad y la violencia y crear un espacio fácil para una buena convivencia. Con más gracias y más sonrisas el mundo cambiaría en un par de horas.

Habilidades personales y sociales -y otras que he dejado en el tintero- para ser más: ser, por encima de todas las cosas y posesiones. Ser, “llegar a ser lo que eres” que decía el filósofo y ser más, que es tanto como desarrollar nuestras posibilidades y potencialidades dormidas para que dejen de pudrirse en el mar de los olvidos y en el desván de la nada.

Y para comunicarnos más y mejor, no somos islas y estamos llamados a crear redes de salvación a través de nuestras mejores armas: la palabra, el diálogo, el pacto, el abrazo, el compromiso, las redes sociales… Si todos nos hubiéramos convertido en ermitaños, ¿el mundo habría progresado más allá de las cavernas?

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