jueves, 3 de marzo de 2011

Desde mi ventana: Habilidades Sociales -VI- Discrepar sin insultar ni herir (Ángel de Castro)


Discrepar sin insultar ni herir

El debate enriquece y abre perspectivas a nuestro horizonte, tantas veces chato y provinciano, en cuanto supone distintas formas de ver y mirar la vida, las situaciones, los acontecimientos. Y el debate se sustenta en datos, argumentos de peso, razones que van al fondo de la cuestión, bien distinto de la superficialidad y coger el rábano por las hojas, y nunca argumentos para descalificar al adversario, que se utilizan generalmente cuando hay falta de verdaderos argumentos, sabiendo que los juicios de valor no son más que declaraciones subjetivas.

El debate se da cuando se cree que en el otro puede darse parte de la verdad al igual que en nosotros; cuando se respeta al adversario (no las opiniones que son para debatir y hasta rebatir) y no se le intenta destruir o ridiculizar; cuando se le deja hablar escuchando lo que dice y no lo que yo interpreto con segundas o torcidas intenciones, pero exigiendo a la vez que nosotros seamos escuchados, (la asertividad es otra de las habilidades sociales, y se define como "la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás, negociando con ellos su cumplimiento"); cuando hay un moderador que modera: da la palabra o la quita, sabe templar y evitar los excesos, mide los tiempos, no permite que hablen todos a la vez, ni los insultos, ni las descalificaciones, ni el “y tú más”, tan frecuente en nuestras latitudes televisivas y radiofónicas convirtiendo los debates, en un guirigay de grillos a la deriva.

Discrepar, sí, si lo crees necesario, sin necesidad de levantar la voz o gritar y menos insultar, y siempre con educación, con civismo y respeto al otro que contiene en sí el mayor de los dones, pertenecer como tú al género humano. Te lo diré con Antonio Machado: “Nadie es más que nadie, ¡expresión perfecta de modestia y orgullo!, sí, nadie es más que nadie, y éste es el más hondo sentido de la frase, por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre”. Ah, ni menos que nadie.


Ángel de Castro

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Angel: Con tus escritos semanales nos hacer recordar o aprender las buenas costumbres y las distintas definiciones de las cosas de cada día, es una buena idea para que tengamos en que fijarnos tantas veces que la costumbre nos lo ha ido dejando a un lado, que sigas teniendo tan buen gusto y capacidad para escribir. Saludos. Ramón