Aprender a decir no
Decir no, absolutamente necesario en la educación de los hijos o nietos y en la educación, en general, no quiere decir que los rechacemos;
quiere decir que no pasamos por todo lo que nos piden, quieren o desean;
quiere decir que no estamos de acuerdo, y si está en nuestras manos concedérselo no se lo daremos, porque creemos que ello es lo mejor;
quiere decir que estamos a favor de que las normas se cumplan y hay normas que requieren un simple y tajante NO.
Y decir no en la vida pública cuando solicitan nuestro apoyo, la firma para un manifiesto, nuestro voto… si no estamos de acuerdo con su causa, su fondo y maneras de reivindicar o de hacer política, lo que no quiere decir que nosotros estemos en lo cierto.
Y decir no a un amigo cuando estamos convencidos de que la amistad va por otros derroteros muy diferentes, dándole a entender que podemos seguir siendo amigos; igualmente al jefe más cercano, aún a sabiendas de que ello nos traerá problemas, cuando lo que nos solicita no está de acuerdo con lo más elemental de nuestro sentido ético de las cosas y no a ese compañero o vecino que no dejan de molestar y nos tienen hasta el gorro…
Decir NO, cuantas veces creamos que debemos decirlo.
Y cuidado que me cuesta a mí decir no… Por eso mismo debo seguir aprendiendo esta habilidad social tan imprescindible, igual que tú o bastante más incluso.
Ángel de Castro
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