miércoles, 16 de febrero de 2011

Desde mi ventana: Habilidades Sociales (V) - Elogios sí, adulación nunca - Ángel de Castro


Elogios sí, adulación nunca

Todos necesitamos como el aire, el agua y el pan que nos digan sí, que adelante, que lo que estamos haciendo va por buen camino, que lo hecho está muy bien, si lo está, que nos valoren, aprecien y den buena nota o el premio que esperamos si nos lo merecemos en verdad. Y sobre todo que nos quieran, no serles invisibles, y que nos acaricien porque por encima de todo somos animales de sangre caliente.

Pero nunca la adulación, que como dice el Diccionario de la Real Academia Española, adular es hacer o decir con intención, a veces, inmoderadamente, lo que se cree que puede agradar a otro. Nunca pudo ser buen camino y menos cuando el que adula cree ir de buen rollo y hasta de amigo, porque suele vérsele el plumero con facilidad: ni es buen rollo, porque es una exageración, a todas luces, tanto lo hecho como lo dicho, o no son las buenas prácticas de una profunda y sincera amistad. El amigo necesita del amigo la valoración, el aprecio, la comprensión, el apoyo en todo momento y la crítica cuando es menester, decirle sí, preferentemente, pero en ocasiones manifestar nuestra disconformidad y decirle a las claras un no rotundo cuando creemos que debe ser rotundo.

Ya nos advertía de ello el historiador y moralista de la Grecia clásica, Plutarco: Los cazadores atrapan las liebres con los perros; muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación.

Así que nada de aduladores y lameculos,

ni los que dicen siempre que todo lo tuyo es bueno ni los que pasan de largo o se aprovechan cuando les conviene y se largan,

ni los que hablan bien de ti o mal sin datos ciertos, argumentos fundados, ni conocimiento de causa,

ni los que ni te miran ni te ven, por no ser nadie para ellos, y menos aún los que te ven, te miran y hasta te admiran cuando creen que eres alguien para muchos y hasta ellos mismos creen que podrían beneficiarse…

Ángel de Castro

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