martes, 30 de noviembre de 2010

Desde mi ventana: Peinar canas (Ángel de Castro).


Hay cosas que sólo se pueden decir cuando se peinan muchas canas y además es cuando resultan más creíbles.

Pasa de los ochenta y muchos, con mucho pelo, muchas canas, algunas arrugas como surcos profundos, una mirada penetrante de lince y una sonrisa que no acaba de aflorar, pero que le da al rostro una gran placidez, tras el cual se atisba un pozo de lucidez. Parece, además de todo un señor, un sabio. Se trata del filósofo y físico Mario Bunge, 91 años, nacido en Buenos Aires, profesor de la Universidad de Montreal, Canadá, y premio Príncipe de Asturias en 1982. De paso por España ha dicho esto tan tremendo, pero tan acertado, sobre el intocable y famoso filósofo Heidegger:

“En su libro El ser y el tiempo dice. “El ser es ello mismo”. ¿Qué significa? ¡Nada! Pero la gente como no lo entiende piensa que debe de ser algo muy profundo. Y, ¿cómo define el tiempo?: Es la maduración de la temporalidad. ¿Qué significa eso?, se sigue preguntando Mario Bunge y responde: las frases de Heidegger son las propias de un esquizofrénico. Se llama esquizofacia. Es un desorden típico del esquizofrénico avanzado. Aunque Heidegger no era un esquizofrénico, sino un pillo, que se aprovechó de la tradición académica alemana según lo cual lo incomprensible es profundo”.

Y como hay tanto papanatas suelto por el mundo, desde que éste lo es, no todo lo grande es grande, lo profundo es hondo, lo altivo por mucho que ahueque la voz deja de ser enano, lo hermosamente embalado no contiene con frecuencia nada más que forraje para las bestias y humo embalsamado. Por ello es de agradecer que alguien, sin darse importancia, como quien no quiere la cosa, desdramatice, rompa mitos y nos regale verdades al por mayor y dichas con valentía, caiga quien caiga. Un ejemplo maravilloso a seguir de lucidez y rebeldía.

Y otro ejemplo de esta misma mañana:

Lorin Maazel, tiene 80 años, con menos pelo, pero con muchas canas también, y lo primero que nos dicen de él es que conserva una envidiable forma física y que apenas tiene tiempo libre. Y es verdad. Hoy estrena en Valencia la ópera de Puccini, Madame Butterfly. Pero lo que más me ha interesado es lo que ha dicho. Y ha dicho que dedicarse a la música, su verdadera pasión y vocación, le ha proporcionado una vida fascinante, que le ha permitido viajar por todo el mundo y le ha ayudado a amar la vida.

“Es algo, ha dicho, que he intentado transmitir a mis siete hijos, que sientan la misma pasión que yo por vivir”.

Qué quieren, algo que ya me gustaría ver en otras generaciones más jóvenes. Vocación, pasión y amor a la vida.

Y algo más, recuerdo entrañable a su padre, también músico, en primer lugar. Dejar aflorar al niño que fue, así como reencontrarse con su lado juvenil, y en tercer lugar, como la guinda que explica toda su filosofía:

“La felicidad para mí es seguir en activo en una profesión que me gusta”.

Lorin Maazel, o la felicidad de seguir activo a los 80 años.

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