viernes, 20 de agosto de 2010

Un camino hacia el Envejecimiento Activo

Hemos extraído para este blog, un artículo de opinión que ha aparecido hoy en la prensa de Gijón, concretamente en la edición digital del diario El Comercio: "Un camino hacia el envejecimiento activo."
El artículo, está escrito por Enrique Pozón Lobato, Doctor en Derecho, y con titulación en Ciencias de la Educación y en Veterinaria. Actualmente es ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga. Según Pozón Lobato, el envejecimiento activo es un camino cuya meta final está en conseguir que cada persona mayor realice su potencial de bienestar a lo largo de la etapa vital que está viviendo.
Este es el artículo:

La teoría de la actividad tiene como postulado básico que sólo es feliz y se siente satisfecha aquella persona que es activa, que produce algún rendimiento, que es útil para los demás. Las actividades sociales reconstruyen la imagen deteriorada por las pérdidas provocadas por el envejecimiento. Las personas mayores, con su actitud, han de conseguir que la vejez sea una etapa más completa de desarrollo vital, y no una etapa de declive y déficit, como era considerada en el modelo tradicional del envejecimiento.

El planteamiento del envejecimiento activo no está basado en las necesidades de las personas mayores como objetos pasivos, sino en los derechos, considerando a los mayores como sujetos activos. Los mayores han de demostrar con su conducta que todavía pueden alcanzar cotas más altas en los diversos campos tecnológicos, familiares, sociales o económicos para los que se encuentran preparados. Que podemos y debemos tener proyectos, aunque sea innegable cierto declive biológico. El término 'vida mental activa' hace referencia a una participación continua de los mayores en las cuestiones sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas de su entorno.

El envejecimiento activo es, por tanto, un camino cuya meta final está en conseguir que cada persona mayor realice su potencial de bienestar físico, social e intelectual a lo largo de toda su vida y, por tanto, pueda participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades. El cerebro, al igual que el músculo, si no se utiliza, se atrofia. No deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro. Estas no las refleja el espejo, pero las perciben nuestras familias, nuestros amigos, nuestro entorno. Esas arrugas metafóricas del cerebro, presentes en la persona inactiva, tardan en presentarse en la activa, acuciada por la curiosidad de estar al día, preocupada por sus semejantes e integrada en la sociedad.

Pero, aunque la etapa de persona mayor ofrece la oportunidad de cambiar de rumbo, es decir, de un proyecto de muerte a un proyecto de vida, de futuro, nuestra sociedad no está éticamente madura para comprenderlo. Como personas mayores, debemos continuar siendo activas en campos que pueden considerarse extensión de nuestras ocupaciones o aficiones anteriores. Y que la acción educativa tenga su base en la experiencia y en los conocimientos que ya poseemos.

La educación como instrumento de resocialización. Persona y educación son inseparables, siempre que el ser humano opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad de posibilidades que se le ofrece. Con la educación se pone a disposición de las personas mayores conocimientos actualizados que les permita comprender el mundo contemporáneo y, de esta forma, responder a sus intereses.

Se acepta que la educación es el gran instrumento para mejorar la calidad de vida del mayor. Y no sólo se admite, desde el plano educativo, que las personas mayores ya tienen su propia experiencia y conocimientos acumulados, sino también se reconoce en ellas la capacidad de continuar desarrollando su potencial para crear nuevas condiciones. Desde la educación, la persona es un ser inacabado, ya que su desarrollo necesita de ella a lo largo de la vida, para adaptarse a situaciones nuevas. De lo contrario, permanecerá amarrada al pasado, impermeable a los cambios.

En la juventud y en la edad adulta, la educación gira en torno a la profesión, a la competitividad, al trabajo y a la rentabilidad económica. Pero entre los mayores la realidad más importante es el tiempo desocupado y el objetivo de la educación en esta etapa de la vida es ayudar a llenarlo de actividades gratificantes: educación orientada a un mayor desarrollo personal, la participación social y el disfrute del ocio.

Si la actitud ante el envejecimiento es participativa, la educación de las personas mayores se concibe como actividad que se ofrece y consume para mantenerlas ocupadas y entretenidas, sin más, en su tiempo desocupado o de ocio, que es mucho. Tenemos la educación bajo un prisma consumista. Pero si ante el envejecimiento se tiene una actitud de autorrealización, con espíritu creativo, entonces la educación hace posible que las personas mayores vivan en contacto con la corriente general de la sociedad, preparándolas para el cambio. La inteligencia todavía es moldeable.

Estamos convencidos que en el siglo XXI, el gran revulsivo cultural va a venir de las personas mayores. No es una falsa ilusión o terrible ironía, la posibilidad de seguir creciendo y desarrollando cuando uno es persona mayor. Lo importante es que el ser humano se prepare para la vejez, si es posible, bastante antes de que llegue el atardecer de la vida, evitando así el miedo a la soledad, la tendencia al aislamiento y el temor a los achaques. Se ha de afrontar la vejez no mediante la búsqueda de soluciones inexistentes que la hagan desaparecer, sino aceptándola serenamente en un marco de suficiente autonomía.
Os dejamos el enlace que os lleva hasta el artículo publicado en El Comercio Digital:
Hemos ilustrado el artículo con una fotografía de la Jornada "Mayores activos, comprometidos y solidarios", que organizó esta Federación Provincial en el mes de abril, en Palazuelo de Vedija.

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