lunes, 30 de agosto de 2010

Desde mi ventana: Pan y Circo (Ángel de Castro).

Para pensar y repensar a la sombra de las fiestas del verano y eventos similares.

1.- Me preguntan algunos amigos, técnicos y expertos en Programas de animación y desarrollo personal de personas mayores, sobre qué hacer cuando sólo parece interesarles los encuentros con paella, misa, juego de cartas, baile y folclore puro, duro y barato. Y al instante digo que qué hacer…, para pasar al ataque con los restos que me quedan de experiencia larga, inteligencia siempre corta e intuición ajustada a la realidad:

Lo primero de todo quizá que ellos mismos valoren los programas, proyectos y actividades que más satisfacción profunda han tenido para todos, lo que marca por dónde debemos caminar. Y después: ofrecer alternativas muy diferentes con ingredientes en los que ellos se sientan valorados, bien tratados y sobre todo protagonistas, aportando su voz, sus opiniones contrastadas, sus habilidades, con aspectos novedosos (aunque parezca extraño, porque lo nuevo motiva más que lo viejo a los que tienen pocos años y a los que pasan de los setenta), una sana competitividad para no tanto competir como sacar lo mejor de uno mismo. Y acción, mucha acción, bien programada y adaptada a sus años e idiosincrasia y reflexión, mucha reflexión. Y debates, amplios y variados en pequeños y grandes grupos. Y nuevas lecciones para desaprender y volver a aprender… Y momentos de mucha seriedad para examinar como se merecen las cosas del entorno, que a veces no están para mucha fiesta. Y tiempos de mucha risa y pasarlo bien, con disfrute para el alma, el cuerpo y lo que quede. Y nada motiva más como cuando se les pide el favor de intervenir y colaborar en lo que son expertos, en algo lo son, porque ello nos aúpa a todos. Y aún así, reconocer y asumir que algunos, pocos o muchos, optarán por la paella, y más si es gratuita, las cartas de sobremesa y antes de la mesa, el baile a ritmo, mejor si es de Manolo Escobar, y reír a mandíbula batiente tras el chiste soez. ¡Qué lo vamos a hacer, después de tanta sequía cultural todo es posible en estos yermos!

Lo dicho es extensible a los demás colectivos e instituciones.

2.- Otra amiga me confiesa con frecuencia la irritación que le producen algunos políticos demagógicos para con los mayores en los que predomina el bla-bla-bla repetitivo, monocorde e improvisado (al igual que una inmensa mayoría de homilías al uso en celebraciones de toda índole en las que la repetición del mensaje ad nauseam abunda hasta límites difíciles de aguantar), discursos todos ellos en la línea del pan y circo, pastas y toros, porque van dirigidos a estómagos agradecidos, no se sabe a quién, para nada críticos con el poder y amantes del entretenimiento puro y duro que conecta con el aturdimiento y con las mieles de la tradición como dios a quien venerar.

3.- Estamos hechos, digan lo que digan, pensemos lo que pensemos, del material de los sueños: tenemos capacidad de amar, crear, compartir, soñar…; y seres dotados de raíces afincadas en lo real, que disfrutan conectando con lo mejor del pasado y de alas para extraer de uno mismo la posibilidad de los mejores milagros y proyectos de vida.

Menos pan y pastas (no sólo de pan vive el hombre, dijo el más grande de los profetas), menos casas, coches, propiedades, euros… venidos del cielo o la corrupción; mucho menos aturdimiento, entretenimiento, circo y rock and roll, folklore barato y gustos horteras y más ojo avizor, reflexión personal, (“Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte”, dejó bien dicho, José Saramago) y trabajo de grupo que nos saca de las soledades estériles y las autoestimas, que sólo trabajan al yo para subirlo sin ton ni son a la altura de las estrellas, nos harían salir de esta plaza de toros y de una siesta en exceso prolongada en que convertimos la vida.

Ya sabes, la expresión “pan y circo” fue creada en el siglo I por el poeta latino Juvenal y en su origen describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses como forma de mantener al pueblo distraído de la política. Julio César mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300.000 personas dos panes gratuitos por día.
Equivale en la actualidad a «pan y toros», «pan y fútbol», «pan y diversión» y un largo etcétera que se da en tiempos de bonanza y escasez, que funciona ya en el subconsciente colectivo, no echemos sólo la culpa al Gobierno, porque se da en el mejor rincón de cada casa y en el hacer de una inmensa mayoría sin pestañear ni mostrar el menor de los reproches ni más leve crítica a tanto avasallamiento.

www.angeldecastro.blogspot.com

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