· Palabra, vale más una palabra que mil imágenes, por ejemplo: madre, río, estrellas, luciérnaga, abrazo… y tantas otras. “Las palabras traen todo, traen el olor, traen el color, traen el sabor… aquel olor en las manos, el frío por la mañana, la bufanda, los guantes.” Rafael Chirbes en su novela Crematorio. Por lo tanto no nos quedemos sólo con más vale una imagen que mil palabras, que es lo que siempre se ha dicho, no sé por qué.
· Primera palabra, no sabemos, ni lo sabremos nunca, quién fue el primer hombre que la pronunció, pero habría que hacerle el mayor de los homenajes. Lástima me dan los miles y miles de seres humanos que durante millones de años fueron incapaces de pronunciar una sola palabra. ¡Claro que bastante tenían con sobrevivir!
· Palabras y palabras. Frente a palabras sonoras, bellas y luminosas, como amanecer, caracola, mar, arco iris, gaviota, Madrigal de la Altas Torres, Villalba de los Alcores, beso, buenos aires, calambur, manantial, girasol, rododendro, cóndor, solidaridad, jacarandá, libélula, carámbano, magnolia, trampantojo, bambalina, tulipán…,
palabras grises, de sonoridad casposa y luz opaca: rebuznar, zarandaja, paparruchada, cáspita, Cagarruta de Abajo, coz, caraculo, cucaracha, jilipollas, córcholis, leguleyo, prócer, otrosí, gazmoñería, putrefacto, mondongo, perorata, hemorroide, cazurro, papanatas…
· Diccionario, están ahí, prácticamente todas, bien ordenadas, bien definidas, escrupulosamente revisadas por los sabios de la lengua, para nuestro uso y llenar las lagunas de nuestra ignorancia. Y, siempre a mano, necesario salvavidas y herramientas para sanar, animar, regalar, compadecer, sugerir, reír, cantar, dialogar, susurrar…
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