
La vitalidad, alegría e ilusión de Donato no han sido suficientes para superar la adversidad que durante dos largos meses le ha mantenido al margen de sus amigos, de las calles de Aldeamayor, del Centro de Día, de la Federación, de las reuniones de Junta Directiva, se sus partidas de mus, de su Atleti, de sus largos paseos, de sus lecturas, de sus largos diálogos con toda persona dispuesta a compartir charla y escucha, que se convertían muchas veces en la crónica de una vida llena de experiencias vitales y de su lucha, día a día, por poner un pedacito de dignidad alrededor suyo.
Pilar y Mari Mar, su mujer e hija, que han estado con él durante la adversidad, son ahora el centro de nuestros abrazos.
Hasta siempre Donato.
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