martes, 9 de noviembre de 2010

Desde mi ventana: Palabras, palabras, palabras (Ángel de Castro).


“Algunas palabras son tan hermosas que sólo se pueden escuchar asomados a una ventana o sentados en el porche con un chubasquero mientras llueve. Bien ordenadas las palabras pueden llevarnos tan lejos como el silbido de un tren atravesando la noche”. Susana Fortes.

Están ahí, a merced del mejor postor y como asidero para atravesar los túneles del miedo. La palabra padre, por ejemplo, te lleva en volandas a tu infancia más temprana, ¿dos, tres años?, y recuerdas como si fuera ahora cómo te agarrabas fuertemente a sus manos gigantes para atravesar la casa en donde había fallecido recientemente un vecino amigo. Y qué sería de ti sin la ternura, que por más adulto que seas las lágrimas te afloran con la rapidez del rayo cuando alguien sufre o se encienden todos los resortes de los sentimientos más puros y te devuelven el niño que nunca muere ni termina de irse. Caballo te trae los recuerdos más entrañables de tu casa y los tuyos, los trabajos y los rigores de una vida dura en unos años imborrables y hermosos. Arroz con leche preparado con el mayor de los esmeros por tu madre y que todo lo que ha venido posteriormente se le parece de lejos o el primer olor unido a su sabor del primer café del baúl de la memoria que nunca ningún café ha sido ya igual. Y amapola, lindísima amapola, de la canción que tu hermano mayor entonaba entre gorgoritos y que ha servido durante toda una vida para que los cinco hermanos menores hiciéramos risas imitándole.

Palabras que atraviesan la noche de los tiempos como el silbido del tren, la caricia de una mujer enamorada, la llave que abre puertas, paisajes, sueños, historias, leyendas, sonrisas, palabras nuevas...

Y la magia con la que enhebran verso y verso tus poetas preferidos: El Arcipreste de Hita, Machado, Lorca, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Hierro...

Pero tienes que darles paso porque entran en tropel y llenan la estancia: paloma y paz, luz y lucidez, mejor que no, pasión y fuego de hogar pero nunca eterno, cielo aquí abajo y jamás infierno, gozo y calentura, sexo y disfrute hasta la muerte, vino y compañía, maestros sabios y otros no tanto, café compartido y amistad a prueba de bomba, seriedad contra estupidez y frivolidad, ciudadano del mundo frente a corralillo provinciano, artículo recién pulido y hallagzo literario que te suben la moral, casa y mujer, hijas y Luna mi segunda perra, canción y baile si hace falta suelto, pero mejor agarrado, soledad pero enseguida acompañado, tertulia para escuchar y muy de vez en cuando hablar con entusiasmo, amor y solidaridad, sueños y proyectos, viajes y aventuras de andar por casa, aportar, saber, ser y ser con los otros, ser libre, distinguir el gato de la liebre, no comulgar más con ruedas de molino, iniciar, comprender, escribir, celebrar, animar, entusiasmar, hacerse querer, ser buena gente...
Te lo diré, una vez más, con la joven escritora Susana Fortes, con otra frase que recogí de un artículo que me pareció de antología:

“Las palabras que de verdad cuentan, nunca son más que unas cuantas y a través de ellas uno podría explicar su vida”.

Te dejo la puerta abierta... No pases página y piensa en cuatro o seis palabras, nada más, con las que explicarías tu vida:



www.angeldecastro.blogspot.com

No hay comentarios: