lunes, 12 de abril de 2010

Desde mi ventana: Palabras que nos definen (Ángel de Castro)

Jubilación y vejez no son dos términos sinónimos y, en cuanto fenómenos sociales, nada coincidentes. Para situarnos correctamente debemos hacerlo en el momento actual porque, si nos retrotraemos nada más que cincuenta años, desenfocamos totalmente la visión y terminamos confundiendo los términos, como a diario se puede leer y oír llamar anciano a un caballero o a una señora de sesenta o setenta años como si estuviéramos a comienzos del siglo veinte, cuando la media de edad estaba en los cuarenta.

Jubilación
De los sesenta a los ochenta, más o menos, puede ser algo antes con el asunto de las prejubilaciones o después si la salud integral responde, podemos colocar esta etapa de jubilado en la que una inmensa mayoría está disfrutando, como la etapa mejor de su vida, porque la vive desde una gran libertad y mayor dominio en muchos aspectos de la vida, ejemplo, una capacidad intelectual y un rendimiento incomparablemente mayor que décadas anteriores. La jubilación es, o puede ser, una etapa de plenitud en cuanto que se está tocando fondo, digamos mejor altura, en conocimientos, experiencia, tolerancia, aguante, equilibrio y unos valores, en general, que pueden ser estupendo ejemplo para generaciones más jóvenes, siempre que se dé un caldo de cultivo adecuado en donde brillen el respeto, la estima y la buena convivencia intergeneracional.

Vejez
La vejez es otro tema, en muchos aspectos nada que ver, y sobre todo cuando nos vamos acercando a unos años de gran deterioro físico y mental. Aquí es donde nos encontramos con un envejecimiento progresivo, a veces demasiado rápido, al que debemos enfrentarnos con estrategias que nos enseñen y ayuden a convivir con los achaques, aceptando lo que se nos viene encima o que ya ha llegado, sin aspavientos, sin el cultivo permanente de la queja y haciendo lo posible y hasta lo inimaginable por continuar llevando las riendas de la propia vida.
Pero aceptar no es esconder la cabeza debajo del ala y si hay problemas hay que darles cara y no tratar de ignorarlos o permitir que otros con discursos paternalistas intenten que se ignoren haciendo flaco favor a la vejez y a “nuestros mayores” como suelen decir.
Y tras la aceptación, trabajar con todas las armas del envejecimiento activo que nos permite realizar nuestro potencial de bienestar físico, social y mental, participar de forma activa en la sociedad, contemplar a los mayores como clases activas y productivas, también, dando a este concepto un nuevo sentido, apostar por la acción y sus valores, salir del ensimismamiento del propio yo, ir al encuentro de los otros y con los otros construir las parcelas que le correspondan según las capacidades de cada cual y conforme a sus posibilidades. Ni más, pero ni menos. Sin olvidar que el envejecimiento de la población es uno de los mayores triunfos de la humanidad y también uno de nuestros mayores desafíos.
La planificación estratégica en los Servicios Sociales nos ha enseñado algunas cosas fundamentales, como la de sustituir un planteamiento basado en las necesidades, que muchos continúan insistiendo casi con exclusividad, a otro basado en los derechos, en las oportunidades y en las potencialidades. Planificación a la que tienen entrada y derecho también los jubilados y los ancianos.

Ángel de Castro

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todavía no habeis puesto nada de la reunión comarcal del jueves día 15 de Palazuelo.
Soy Adela y solamente era para ver si os llega mi comenterio.